Fernando IWASAKI. EL PAÍS, 4.8.2017
EN MARZO de
2017 la antropóloga cuzqueña Carmen Escalante, profesora de la Universidad San Antonio
Abad del Cusco, defendió en la Universidad Pablo de Olavide de
Sevilla la tesis doctoral Rugido
alzado en armas. Los descendientes de incas y la independencia del Perú. La
noticia en sí no tendría mayor trascendencia de no ser porque la doctoranda era
ella misma descendiente directa del inca Yáwar Huácaq, porque las fuentes de su
investigación eran documentos coloniales atesorados por su familia desde 1545 y
porque defendió su tesis en quechua, el antiguo runa simi de los incas.
Dra Carmen ESCALANTE (RPP.com)
Así, ante un
tribunal compuesto por profesores de las universidades de Murcia, La Sorbona y
Loyola Andalucía, Carmen Escalante pronunció su discurso en quechua mientras
proyectaba la traducción española del texto. Su gesto tuvo un enorme valor
simbólico por tres razones: primero, porque le dio visibilidad a un idioma que
todavía hablan en los Andes 10 millones de personas; segundo, porque en su
propia alma mater no habría podido
defender su tesis en la lengua de los incas y —tercero— porque hablar en
quechua en la vieja metrópoli era una suerte de justicia poética para sus
antepasados.
En 1550
Francisca Pizarro Yupanqui —nieta del inca Huayna Cápac e hija natural del
conquistador Francisco Pizarro—
fue enviada a Trujillo de Extremadura y obligada a contraer matrimonio con un
tío carnal. En la fachada del palacio de la Conquista todavía permanece una
escultura de doña Francisca, quien acabó convertida en personaje de Tirso de
Molina. Por otro lado, en 1603 Ana María de Loyola Coya —nieta del inca Sairy
Túpac e hija del gobernador Martín García de Loyola— fue enviada a Valladolid e
instada a casarse con Juan Enríquez de Borja, con quien fundó el marquesado de
Oropesa. Los hijos del matrimonio emparentaron así con los fundadores de los
jesuitas y los incas del Cusco. Ambas mujeres fueron desterradas para que su
descendencia nunca llegara a ser agente de conflicto, pero también se fueron de
los Andes hablando quechua, un idioma que desapareció con ellas y que otra
mujer inca no volvió a usar en España hasta la defensa de la tesis doctoral de
Carmen Escalante.
Según el
catedrático Juan Marchena —director de tesis de la antropóloga cuzqueña—, la
defensa de Rugido alzado en armas no
sólo ha supuesto la primera sustentación doctoral en quechua de Europa, sino el
comienzo de una serie de defensas que van a permitir que doctorandos americanos
puedan sustentar sus doctorados en sus respectivas lenguas aborígenes. Juan
Marchena se muestra exultante, pues para septiembre está prevista la defensa de una tesis en aimara.
Mientras tanto,
Carmen Escalante ha regresado a sus investigaciones cotidianas en Cusco, donde
ha reeditado la Autobiografía de Gregorio Condori Mamani (Ceques.
Cusco, 2014), un clásico quechua escrito al alimón con su marido, Ricardo
Valderrama, antropólogo eminente, profesor de la San Antonio Abad del Cusco y
él mismo descendiente del inca Túpac Yupanqui. Los incas ya no combaten, pero se
doctoran, enseñan en la universidad y defienden el quechua.
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