Antonio RAIMONDI en su juventud
Cuando
Antonio RAIMONDI nació, Italia no
existía políticamente como país, sino estaba dividida en principados, ducados, Reinos y
Estados que históricamente habían desarrollado una cultura propia con todo lo
que ella comporta: moneda, ciencias y literatura, gastronomía etc. Oficialmente,
pues, Antonio RAIMONDI nació en Milán, pero
no como “ciudadano italiano” como lo concebimos hoy, sino súbdito del Reino
Lombardo-Véneto, bajo el dominio del Emperador de Austria. Hasta hace algún tiempo se decía que vio la luz el 19 de setiembre de 1826, en Milán. Sin embargo hace ya
algunos años se descubrió en la Sacristía del Duomo (Catedral) de Milán, que
efectivamente su nacimiento habría tenido lugar dos años antes, en 1824…
Era
Virrey del Reino en aquella época el Archiduque Rainier de Austria-Toscana,
cuya corte virreinal, vivaz y culta, se encontraba precisamente en Milán.
Hijo
de un pastelero, Enrico RAIMONDI y de Maria Agata DELL´ACQUA, Antonio vivió sus
primeros años en la capital del virreinato, participando desde muy joven del
espíritu pionero que entonces caracterizaba los estudios científicos de la época. Era el tiempo de los grandes exploradores italianos embarcados en la expediciones geográficas por el mundo, como Giovani Battista BELZONI, el barón Enrico PIRAINO de MANDRALISCA etc.
Desde
muy joven RAIMONDI frecuentó el Jardín Botánico de Brera, fundado por la Emperatriz
Maria Teresa, y se reveló como autodidacta. Estudiaba química y practicaba la
investigación de la naturaleza en los frecuentes viajes que realizaba a la
región de Valtellina, zona alpina de Lombardía, en la provincia de Sondrio,
pero fue en el Palacio de Brera y sus entonces 5000 mt2, gracias a sus
lecturas, que se enamoró del Perú.
En
el Jardín Botánico topó por primera vez con algunos ejemplares de plantas del
Perú que le llamaron extraordinariamente la atención. Desde entonces sus
estudios fueron todos en esa dirección: viajar a la legendaria tierra de los
Incas.
Leyó
lo que disponían las bibliotecas de Brera: de los “Diarios” de Cristóbal Colón
a los del explorador del Océano Pacífico, el inglés James Cook, pasando por la
“Historia natural” del conde de Buffon, los “Diarios” del explorador italiano
Alessandro Malaspina, que había llegado hasta el Perú, y los más recientes
escritos de Charles Darwin.
Pero
su intereses en la vida pasaban no solo por lo científico sino también por lo
político, lo que – gracias a su educación y al ambiente estudiantil de la
época, participaba siendo aún joven de las ideas que preconizaban la liberación
del dominio austríaco. He aquí que en 1848 – cuando contaba ya con 22 años, se
alistó para combatir durante el estallido revolucionario conocido en la
historia de Italia bajo el nombre de “le cinque giornate di Milano” (las cinco
jornadas de Milán), la insurrección que llevó al Rey de Cerdeña a declarar la
guerra al Imperio autríaco.
Manifiesto a la juventud durante "le cinque giornate de Milano"
La
insurrección, en cuyas barricadas participó Raimondi, había comenzado con las
manifestaciones - pacíficas en un principio - que se hicieron ante el palacio
del gobernador de Milán conde Johann Baptist Spaur, pidiendo libertad de
prensa, disolución de la policía imperial etc. Las manifestaciones de volvieron
cada vez más violentas obligando al conde Spaur a firmar una serie de
concesiones.
El
Virrey Archiduque Rainier huyó al Tirol.
Al
final, si bien las tropas tirolesas que se defendían en el Castillo Sforzesco
fueron expulsadas, meses más tarde, ya en 1849, las tropas imperiales –
bajo el mando del anciano Mariscal conde Joseph Radetzky von Radetz - volverían
a tomar posesión de Milán, donde finalmente se entronizó al Mariscal Radetzky como nuevo
Virrey y se nombró un nuevo gobernador para Milán, el príncipe Félix
Schwartzenberg.
La
primera guerra de liberación italiana había terminado, pero el proyecto de la
unificación de Italia recién comenzaba.
El
eco revolucionario de 1848 se difundía por toda Europa, y así en Roma el Papa
Pio IX tuvo que huir al sur, a Gaeta (Reino de las Dos Sicilias) cuando se
proclamó la República Romana en 1849. El Papa se alió con el entonces
Presidente francés Luis Napoleón Bonaparte (luego emperador Napoleón III) cuyas
tropas pusieron fin a la jovencísima República Romana, de corta vida. RAIMONDI se encontraba entre los milicianos
voluntarios que participó en defensa de la República, alistado entre las tropas
de Giuseppe Garibaldi.
Lamentablemente
el ejército francés se impuso y Pio IX fue nuevamente investido en sus
prerrogativas temporales, desatándose una persecución política. Garibaldi se
exilió en Uruguay y RAIMONDI, derrotado y decepcionado, decidió abocarse a su
primera vocación.
Meses
más tarde – 1850 – desembarcó en el Callao, acompañado de algunos amigos entre
los cuales el pintor italiano Alessandro Arrigoni, comenzando así su
extraordinaria aventura y vida de estudio en el Perú.
Resulta
impresionante el respeto y la admiración que tantos hombres de ciencia le
manifestaron a Raimondi en vida. Así se expresaron particularmente interesados
en sus trabajos de arqueología el americano George E. Squier, los alemanes
William Reiss y Adolph Stubel (este último maestro de Max Uhle), el geólogo
George Kunz o el paleontólogo suizo Louis Agassiz, así como el prestigioso
historiador inglés Sir Clemens Markham.
Existe
una sucinta bibliografía sobre la vida de Raimondi en castellano:
LLOSA,
Jorge Guillermo. “VIAJES POR EL PERÚ”, Ed. Universitaria, Lima, 1966.
RAIMONDI,
Antonio, “ANTONIO RAIMONDI, MIRADA ÍNTIMA DEL PERÚ. EPISTOLARIO 1949-1890”
Fondo Editorial del Congreso del Perú & Banco de la Reserva del Perú, Lima,
2005.
LLONA,
Maria Teresa, “ANTONIO RAIMONDI Y EMILIANO LLONA”
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